Lucio Anneo Séneca. De la ira. Libro segundo. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
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A día de hoy es tan evidente la maldad que hay en la mayoría de las personas, que pocas veces nos damos cuenta de que lo que hacemos, tal vez esté mal hecho, pues esa inocencia que teníamos, poco a poco ha ido desapareciendo y no queda ni un ápice de bondad en nuestros corazones. Es más, ¿nunca os habéis fijado en que la gente nos mira "raro" cuando hacemos algo bueno por alguien? El ejemplo más común está a la vista de todos; ¿cuántos hemos sido los que hemos pensado en darle unas monedas a alguien que está pidiendo en la puerta del supermercado? Muchos ¿verdad? Y cuando pensamos en voz alta nuestro acto de buena fe, la persona o personas que nos acompañan nos contestan con un "para qué le vas a dar nada, que busque trabajo como todos y que no se ponga a pedir" o "no le des nada, que seguro que se lo gasta en alcohol y drogas".
¿Veis?, hasta nuestras conclusiones e impresiones de la gente que no conocemos tienen maldad sin darnos cuenta.
Ahora mismo, nos daría igual pelear, alzar la voz, e incluso levantar la mano a nuestros padres, esos que nos dieron la vida y que nos han estado alimentando y cuidando durante todo este tiempo desde que llegamos al mundo, solo por creer que comportándonos de esa manera, nos haremos respetar y llegar a tener el mismo derecho que ellos. Al igual que cuando nos enzarzamos en una discusión con nuestros hermanos pequeños, solo por que pensamos que, al tener más edad que ellos, podemos hacerles ver que están bajo nuestro mandato y que deben hacer lo que nosotros les ordenemos.
Son tantas las cosas que hacemos con tal de liderar a muchos, que no nos damos cuenta de las consecuencias que trae consigo el pelear con alguien que supuestamente vemos inferior a nosotros.
Y sí, visto así da mucho que pensar, pues todos sabemos que si nos comportamos dejando que la ira se apodere de nuestra razón, así se comportarán nuestros hijos con nosotros y con el resto del mundo; y cada vez irá a más, entonces esa inocencia y bondad, si que desaparecerán por completo destruyendo una parte de nuestra esencia humana y frágil.
¿Realmente queremos esto para nuestros descendientes? ¿El dejar un mundo en el que reine la maldad y la ira?
Está claro que no, pero no caemos en la conclusión de que con una sola palabra cargada de ira podemos hacer mucho daño y llegar a corromper a un alma que aún sigue en perfecto estado de bondad, convirtiéndola en una persona horrible y llena de ira.
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Uno de mis trabajos de cultura clásica, "filosofeando" al limite y sacando conclusiones de textos que han sido escritos hace miles de años... (si alguien tiene alguna opinión al respecto, es libre de escribirla en los comentarios)